Los antiguos egipcios, como todas las culturas antiguas, se regían por un carácter religioso. Al ser una sociedad politeísta, no es de sorprender que las imágenes religiosas se encontraran desde los barcos y cocinas, hasta las tumbas y las calles.
Las pirámides, grandes construcciones con base cuadrada, fueron el lugar de descanso de los grandes gobernantes del Alto y Bajo Egipto. Las más famosas de la zona de Gizeh son Keops, Kefren y Misecerinos, las tres grandes pirámides.
Las dos principales finalidades de estas construcciones eran el ayudar al espíritu a llegar a la mansión de los dioses en los cielos, y a su vez mantener a salvo el cuerpo en la tierra. Para cumplir esta ultima misión, las pirámides contaban con distintos “candados” como lo eran pasillos cerrados, inscripciones jeroglíficas de maldiciones, y en casos varios, trampas mecanizadas.
Pero, ¿cómo una construcción por si sola podía mantener a salvo un cuerpo? Los seres vivos al morir nos descomponemos, es el ciclo vital de todo organismo. Es por eso que los egipcios crearon una forma de hacer más lento el proceso de putrefacción, hasta casi el punto de evitarlo. La momificación es el proceso por el cual esta civilización mantenía el cuerpo intacto para poder vivir en el más allá.
Este proceso no era para todos, era para quien pudiera costearlo, y así mismo no cualquiera podía llevarlo a cabo, solo los embalsamadores eran quienes llevaban a cabo el proceso. Actualmente se sigue considerando un arte este proceso, que aunque artesanal, sigue siendo una verdadera hazaña el como una de las primeras civilizaciones logro un avance tecnológico y científico can grande en materia de anatomía y biología.
El proceso es largo, pero cumple su cometido. Una vez que el cuerpo llegaba con el embalsamador, éste retiraba todos los órganos internos con una precisión impecable para no dañar nada, lo más interesante es la extracción del cerebro, ya que no se habría el cráneo para
ello, si no que lo retiraban por la nariz haciendo uso de pinzas al rojo vivo.

Una vez extraído todo órgano interno, éstos se
colocaban en los Vasos Canopes, los cuales eran vasos de cerámica o piedra que poseían
jeroglíficos y sus tapas tenían la forma de los dioses relacionados a la muerte y a la vida como lo son Ra, Anubis y Bastet, por mencionar algunos.
Para secar el cuerpo, se llenaba de una mezcla de arena, hierba seca y trapos. Después de eso se espolvoreaba con natrón (nombre común para el carbonato sódico, que es una sal blanca y translúcida) y se dejaba en reposo por 40 días.
Pasado este tiempo, se extraía todo lo que se le introdujo al cuerpo, ya que el cuerpo se encontraba seco, y se suavizaba la piel con ungüentos y aceites para finalizar con la colocación de las vendas de lino.
Todo este proceso, que suena simple, en verdad era motivo de admiración y respeto en la antigüedad. Nosotros lo consideramos un arte porque es parte de una cultura muy enigmática y sobresaliente. No es solo un proceso, es una técnica que por años se ha estudiado y que en su tiempo fue perfeccionada. Por si fuera poco, no todos podían realizar este ritual, convirtiéndolo en algo más que un oficio.
Una cámara mortuoria de una pirámide, es una obra de arte, desde los murales, hasta la joyería, pasando por el sarcófago, y claro está, la momia; anfitriona de la última morada.